Provisional Danza, de Carmen Werner, sorprende una vez más con una de sus últimas creaciones. Tuve el placer de disfrutar de cinco intérpretes, no podría denominarles como simples bailarines- quizá artistas del movimiento, del más sincero movimiento-. Eso fue lo que el público pudo disfrutar, un gran control del movimiento entre muchas otras cosas bellas.

La pieza Una mirada sutil está repleta de humor, intriga y suspense, temas que en ocasiones parecieran estar robadas a la danza. Algo sucede en la escena antes de que el público entre, un asesinato del que todos parecen cómplices, desde el primer momento el público comenzó a ser testigo de una historia de muerte.

Los usos del espacio y la escenografía son sencillos, la iluminación se adapta perfectamente a las escenas, un trabajo de diseño impecable de la mano de Pedro Fresneda. Todo lo anterior: verdaderos protagonistas de la tragedia.

Qué gozada es ver a bailarines y bailarinas que interpretan de forma integral con todo su ser, que se ponen a disposición de la escena por encima de todo, sin prejuicios ni miedos. Bajo la dirección coreográfica de la maravillosa Carmen Werner, siempre potente en la escena, vemos a un equipo correcto en la ejecución de las variaciones grupales. Una gran escucha colectiva de un elenco que se conoce bien.

Alejandro Morata, adopta un papel violento y crudo en esta historia. Tatiana Chorot demuestra su rápida versatilidad interpretativa, así como una capacidad humorística estupenda. Laura Cuxart se forra de delicadeza y debilidad en un cuerpo que en ocasiones se ofrece mártir ante la violencia de algunos momentos. Cristian López completa la historia con unapotente expresión corporal que divierte en ocasiones y despierta curiosidad y diversidad al total de personajes.

Nada más lejos a un trabajo de mímica, Provisional Danza ofrece eso: Danza, pero con una gran carga interpretativa y expresiva que se coloca entre el Teatro y ésta última. Este tipo de piezas apuestan por el avance y la confluencia de la Danza y el Teatro que no tienen por qué separarse, sino unirse y fusionarse como bellezas escénicas. Atrás quedarán los intérpretes que sólo se mueven o que sólo se expresan con palabras, somos cuerpo, y podemos contar tantas cosas haciendo uso de lo que somos. Una mirada sutil hacia lo que somos y hacia lo que podemos ser.

Rocky Laguancha