Durante cinco intensos fines de semana, el Teatro Victoria se convirtió en el epicentro del teatro contemporáneo en Canarias. El XXIII Festival Encuentros ofreció una programación diversa y arriesgada, presentando doce funciones que exploraron desde lo íntimo hasta lo político, desde lo experimental hasta lo poético. Este año, el festival consolidó su identidad como un refugio para propuestas arriesgadas y comprometidas. Cada pieza programada fue un gesto de confianza en el lenguaje de lo no evidente. Compañías y creadores de distintas partes del archipiélago —y también del exterior— se reunieron para poner sobre la mesa temas urgentes: la memoria, el cuerpo, la ecología, el género, la disidencia, el dolor y la ternura.
Un recorrido por todas las funciones del Festival Encuentros 2025
La compañía Baruti Teatro inauguró el festival con El misterio de Oriente (28 de marzo) una propuesta que fusiona elementos teatrales de Canarias y Grecia, explorando mitos y tradiciones orientales en una puesta en escena que combinó música en vivo y narración visual. Pero muy pronto llegó «Y fuimos héroes» – La Nave del Duende (29 y 30 de marzo), eso sí, desde Extremadura, presentando una obra que reinterpreta la figura del héroe contemporáneo, cuestionando los ideales de valentía y sacrificio en la sociedad actual.
Humor y mucha crítica social llegó de la mano de «Papaya Mix» de la compañía Cabaret Papaya (4 de abril), donde su elenco ofreció una noche de variedades mezclando música, danza y teatro en un espectáculo que celebró la diversidad y la irreverencia.
«Bodas de sangre» de la compañía cántabra Ábrego Producciones (5 y 6 de abril) presentó una versión contemporánea del clásico de Lorca, incorporando elementos visuales y sonoros que intensificaron la tragedia y la pasión de la obra original.
Una de las grandes fortalezas de Encuentros es su cercanía. No hay barreras entre artistas y público. El postfunción se convierte en un nuevo acto, donde las conversaciones espontáneas revelan los procesos ocultos, las dudas del montaje, los momentos de vulnerabilidad. Escuchar al elenco hablar de su necesidad de contar lo que cuentan, desde dónde lo hacen, y cómo la escena cambia cada vez que se presenta, es una experiencia que no deja indiferente.
Y llegamos a Gloria Godínez, desde Gran Canaria con «Antígona negra. Caña de azúcar y acción de duelo» (11 de abril) ofreciendo una reinterpretación de la tragedia griega, contextualizada en el Caribe y marcada por la historia del azúcar y la esclavitud, en una performance que combinó danza y teatro.
Los días fueron llegando a su final y de las últimas obras encontramos a «Bebébestia» del zaragozano Gustavo Giménez (12 y 13 de abril) quien presentó una obra que exploró la animalidad y la infancia, utilizando el cuerpo y la voz en una propuesta escénica que desdibujó los límites entre lo humano y lo bestial.
«Sor Juana» de la compañía tinerfeña Gaviera (25 de abril) rindió homenaje a la poetisa mexicana Sor Juana Inés de la Cruz, en una obra que combinó poesía, música y teatro para destacar la figura de esta mujer adelantada a su tiempo.
El festival concluyó con «La Hoguera», una obra de Alberto Ángel Escartí y Xavier Giménez (26 y 27 de abril) que abordó temas de purificación y renacimiento a través del fuego, en una puesta en escena que combinó elementos rituales y simbólicos desde el punto de vista de la masculinidad.
Cada función fue seguida de coloquios abiertos, donde artistas y público compartieron reflexiones y experiencias, fortaleciendo el sentido de comunidad y diálogo que caracteriza al Festival Encuentros.
El XXIII Festival Encuentros reafirmó su compromiso con el teatro contemporáneo, ofreciendo un espacio para la experimentación, la diversidad y la reflexión crítica. Quizás lo más significativo de esta edición fue confirmar que Encuentros no es solo un evento. Es una forma de estar en el mundo. Un espacio donde caben la duda, la rabia, el juego y la poesía. Donde se legitima lo frágil. Donde se dice “sí” a aquello que muchas veces queda fuera de los circuitos oficiales. Donde lo contemporáneo no es una etiqueta, sino una forma de mirar lo que nos rodea con ojos nuevos.
FIRMA INVITADA
Jessel Silva |
Equipo de comunicación